Para Cultivarse....


martes, 27 de marzo de 2007

Un poco de dolor en el Dormitorio.


Memorias de ecos que se satisfacen ahora,

atado accidentalmente a una cadena melancólica

palpo el cerrojo en ayuna como si fuese un ancla,

pero unos pocos anhelos vehementes se extingen, para después alzarme...


Muchos me han bebido,

tomándome como si fuera la delicia, y en vano se las entrego...


Para mí, la controversia empieza en el dolor:

el miedo mortal a la intoxicación.

Es como que estoy de nuevo exclusivamente yo;

no obstante, conozco muy bien la soledad:

tiene unas cuántas almohadas que otro me agradece

adecuadamente: estoy a su facilidad;


La Soga se enrosca en mi cuello,

como mudo vino capaz de proporcionar un consuelo.


A veces, un hombre de la calle en una asamblea jamás debe comprender

que su país en el que cree

no es capaz de entregarle una moneda.


Esta intensa atracción por el portal de la Muerte:

vago estudio de lágrimas terminado en una paternal cantina:

maestro después del mañana;

pero jamás he de admitir que mi suerte se quedó al abrigo del Dolor.-


[Traducción aproximada del tema: Sorgens Kammer del II de Dimmu Borguir,
Sorgens Kammer - Del II (released on "Stormblåst"'s re-release (2005)]

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¿Cuántas veces no nos ha pasado sentirnos así?; como si toda nuestra vida fuera en vano: un regalo para la gene aprovechadora y descarada, para los viciosos y viles: despilfarrándola como si fuera el aire que respiramos.


Adoro esta cación de Dimmu Borgir por varios motivos: me identifica mucho, ya que en cierto grado de mi vida me ha pasado mucho - y a veces me sigue ocurriendo - que me encierro y siento y lloro, y pienso, y me asusto y me siento abrumadoramente sola: ¿a cuántos no les pasa lo mismo?. También me gusta, por que musicalmente hablando, es un tema poco común en el repertorio de esta banda: casi todos sus sonidos son crudos y rápidos, o rímicos y melódicos, pero son pocos los temas que expresan algo que no muchas bandas transmiten: Melancolía. Si gustan comprobárlo, sólo dirijánse a su discografía ( http://www.myspace.com/dimmuborgir , o a su web oficial: http://www.dimmu-borgir.com ), y tómense el tiempo de escuchar, de oír "Alt Lys er Svunnet Henn"(Stormblast, 1996), o "For All Tid"(For All Tid, 1995), o también "Over Bieknede Blåner Till Dommedag"(For All Tid,1995), y, algunos temas más recientes como "Reptile"(Spiritual Black Dimensions,1999), a pesar de que este último es bastante más pesado que los anteriores.
Pero acercándome un poco más al sentir, esta es una canción que, a pesar de que en su video clip se muestra repleta de elementos satánicos, no cabe duda alguna de que en la cabeza de Silenoz - quien es el que compone, junto a Shagrath y Mustis la mayoría de los temas, incluyendo las líricas- no tan sólo hay espacio para sus creencias contrapuestas al Cristianismo, sino que también hay una inclinación muy severa y depresiva a la experiencia personal de los integranes: cosa sabida por mucha gente, además, de ser uncomponente que generalmente los artistas emplean en sus composiciones.
Además, se debe acotar que, si hay algo -un no-sé-qué cuando se comienza a escuchar esta banda, sobre todo sus primeros discos en Noruego - es el nostálgico recuerdo del país nórdico y sus vikingos, su capacidad para transportar la mente a paisajes mágicos y sombríos , en donde, como se dijo, la Melancolía es el fiel compañero de los sonidos crudos y densos que demuestran las pasiones más ocultas de todo ser humano: el amor y el odio, la ira y la conmiseración, la valentía y la vileza, la felicidad y la desgracia, la alegría y la depresión.-



lunes, 19 de marzo de 2007

Sobre los Sueños.



¿Fue un Sueño?(Guy de Maupassant)



¡La había amado locamente!
¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria.

Voy a contaros nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorvido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo.

Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: "¡Ah!" ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!

Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella dentro. ¡Oh! ¡Dios mío!¡Dios mío!

¡Ella estaba enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas... mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje.

Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación - nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte -, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cogijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero.

Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces... tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal - en aquel liso, enorme, vacío cristal - que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro!

Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción:
Amó, fue amada, y murió.

¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras.

¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós!

Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie ciuda, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana.
Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla.


Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla!


No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo Tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir.


Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente como se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer:


Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios.



El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A continuación con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo:



Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo, y murió en pecado mortal.



Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos.



Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído:



Amó, fue amada, y murió.


Ahora leí:



Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió.
Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.


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Este pequeño cuento de Maupassant, es algo que tiene muchas cosas que nos envuelven y que nos identifican: porque más de alguna vez hemos estado frente a hechos maravillosos y espeluznantes, y nos preguntamos, ¿es un sueño?.
¿Cuándo lo maravilloso se vuelve horriblemente espeluznante?, ¿cuándo lo que amamos se nos escapa de las manos y no nos damos cuenta de ello y no hacemos nada?, quizás al vernos allí de pie ante un mundo oscuro y denso como lo es el subconsciente, que se abre a nuestros pies y su fétido olor nos envuelve el claro pensamiento, nos sentimos abruamdoramente solos y cansados, sin ganas de hacer algo, y por ello, preferimos caer.
Pero aunque caigamos, siempre queda nuestro recuerdo en alguna parte de este Universo.-








miércoles, 14 de marzo de 2007

Sub Specie Aeterni.


"¿Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?… Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni, —cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, —se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones, —incluso refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es… Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es." ("Crepúsculo de los ídolos.“La razón en la filosofía”"; Nietzsche, 1889).


Puede que estas palabras suenen un poco confusas, pero claramente, la confusión es el sello carácterístico de Nietzsche; un hombre al cual, palabras y tiempo le faltaron para desclasificar todo el ingenio y brillantez que su intelecto fabricaba a raudales: pero como nada es en vano, hoy en día podemos descubrir que hay muchas líneas a su favor y otras, en su contra. Y si hay algo que los adolescentes tenemos que agradecerle a él -y a muchos de sus contemporáneos y a veces, coterráneos, que simpatizaron con su filosofía- es el surgimiento del existencialismo; ya que el mismo que invade a los adolescentes (cosa que siempre los ha invadido, sólo que ahora pueden vivirlo y no saltárselo como en tiempos antiguos), es lo que nos mueve, en casos particulares, a buscar alguno de sus libros y devorarlo, además de, por supuesto, vivenciar en carne propia, lo que es devanarse los sesos buscándo respuestas para hacer de la vida que llevamos, algo mejor.


Bastante gracia me hacen sus palabras citadas anteriormente, por que, si las analizamos detenida y concienzudamente, podemos darnos cuenta de que emplea una metáfora bastante ingeniosa para referirse al creciente interés de los filósofos por los conceptos históricos,- como si fuera poco, que pueden vilipendiar como se les antoja: lo más insólito de todo esto, es que en todo caso, de igual manera creen en los conceptos. Pero hay que agradecerle mucho a Nietzsche aquellas palabras por que si meditamos, hoy en día así pasa en muchos ámbitos de la vida diaria: para qué nombrarlos si cada persona sabe cuáles son.
Y para terminar esta "aspiración a comentario personal", sólo puedo agregar que, la performance de la foto, sólo lo enaltece más de lo que ya está.-

martes, 13 de marzo de 2007

De Misteriis et Mortuoria Literatas...


"...Ni su lenguaje ni su acción produjeron en el doctor el menor efecto capaz de detenerle. Lo que le hizo hacerlo en el acto fue la muda petición inscrita en su rostro. El notable contraste entre la palidez cadavérica de su cara y la extraordinaria vida de sus grandes ojos negros, de brillos metálicos, le dejaron literalmente hipnotizado. Vestía de oscuro, pero con sumo gusto; era de mediana estatura y no aparentaba tener más de treinta o treinta y dos años. Su nariz, su boca y su barbilla eran finas y de formas delicadas, como las que se encuentran con mayor frecuencia entre las mujeres extranjeras que entre las inglesas. Era indiscutiblemente hermosa, con el solo defecto de su terrible palidez, y el menos perceptible de la ausencia de ternura en la expresión de sus ojos. Aparte de la primera impresión de sorpresa, el sentimiento que produjo en el doctor puede describirse como una punzante curiosidad profesional. El caso podía proporcionarle algo enteramente nuevo en su práctica médica..." (El Hotel Encantado-1878,Wilkie Collins, fragmento).


Si bien sabemos que la literatura de misterio y la de horror- que no son lo mismo- tienen el encanto y el poder de atraernos por su ambigua belleza y por su trasfondo a veces esotérico, a veces personal o también existencial; siempre

hay un velo oscuro que no se puede describir, por que el hombre muy pocas veces puede hacerlo con cosas que no conoce y que no ha visto.


Pero aún así, cuando se tiene al frente un libro con historias de los tipos ya mencionados, es como si un imán nos abriera el apetito, y nos atrayese a leer su espeluznante contenido, aún cuando tengamos otras cosas más importantes que hacer, pero, ¿porqué?. Hay gente que dice que, por ejemplo, los adolescentes y personas de edad en general, se sienten atraídos a este tipo de literatura por que se ientifican con ella; otra perspectiva apunta a que, tal como sucede con el fenómeno de la catársis en el teatro, la literatura de horror más que la de misterio posee elementos catárticos en los cuales los adolescentes proyectan en ellos sus angustias y temores(Santina, 2005).


Con respecto a los elementos que son capaces de retenernos en el ambiente en el que se desarrolla el macabro suceso, hay muchas apreciaciones que se pueden acotar, como por ejemplo, las raíces folkloricas de cada cultura -tanto la tradición oral, como el imaginario popular- que aportan al desarrollo del mito popular; los arquetipos que en la literatura y el cine de terror, emplean la simbología que, toma una serie de elementos recurrentes en los que se apoyan, para que, sin necesidad de narrar acontecimientos iterativos, se entre en la atmósfera del miedo sin apercibirse[1], entre otras.

Pero sin rodeos, también puede mencionarse que,injustamente la literatura de misterio y terror siempre ha sido menospreciada por la crítica, catalogándola como género menor y a la cual no es necesario concederle la más mínima importancia (M. Méndez; 1999), de esta manera, muchas veces se puede inferir que la literatura de terror y otros géneros aledaños a ella, sólo se encargan de entretener al lector, cosa que algunas tribus urbanas - como por ejemplo los góticos - han desmentido vorazmente, al ser un importante porcentaje de ellos (los góticos), los que devoran este tipo de género, y al cual también le rinden culto, aportándo, en mínimas oportunidades, con sus obras propias del género, pero que muchas veces no se tiene conocimiento de ello, por, sencillamente, vergüenza o miedo al ridículo,quizá por ello sea la existencia de los blogs y fotologs.


Pero sea como fuere, lo que está bastante claro es que, se diga lo que se diga sobre el género, hay para rato y para variados y exigentes gustos.-




Bibliografía: